Los videojuegos, sin duda, son parte importante de la cultura del ser humano, una simple franquicia puede llegar a tener millones de fans a nivel mundial, pero el caso de Warcraft supera a cualquier otro que haya existido.
El famoso juego de la casa Blizzard ha ido creciendo con sus fans a lo largo de 20 años de historia, desde 1994, este juego- y toda la mercadotecnia que ha generado- se ha convertido en uno de los videojuegos más vendidos y con más de diez millones de usuarios, quizá esta es la razón más fuerte para que haya surgido la película. Un filme que se siente, en su mayor parte, creada para los fans, con escenarios y personajes emblemáticos de la saga, una historia ubicada después de los acontecimientos del primer juego, Warcraft: Orcs & Humans, que quizá esta sea una razón por la cual no está recomendada a un público casual que guste de ir a ver una película con un principio y un final explícito en el mismo filme, sino una historia con secuencia de lo que ya se supone, el espectador sabe, si bien esto podría ser su principal fortaleza y apoyo de los fans, una historia compleja no siempre es la mejor opción para el público de hoy, que espera ver comicidad en situaciones que no se prestan. Dejando de lado la historia y los personajes complejos, la película también tiene sus puntos a favor, si bien ya hemos tenido acercamientos a Orcos, elfos y enanos en otras películas, en Warcraft vemos un poco más la esencia de estas especies, las interacciones con la Horda, las locaciones con estructuras impresionantes, los vestuarios, armaduras de los humanos y hasta los petos que portan los equinos, todo hecho con gran detalle y aunque se nota la explosión de CGI se justifica y se emplea de manera adecuada.
La historia nos presenta al reino de Azeroth, un lugar donde conviven humanos, elfos, enanos y otros seres de manera pacífica, pero es paz durará poco ya que a sus tierras han llegados seres invasores, la raza de los Orcos, criaturas que han huido de su deteriorado mundo para llegar a colonizar uno nuevo, donde puedan sobrevivir. Al abrirse un portal que conecta ambos mundos, un ejército se enfrenta a la destrucción, y el otro, a la extinción. Dos héroes, uno en cada bando, están a punto de chocar en un enfrentamiento que cambiará el destino de su familia, su pueblo y hogar. El bando de los humanos es representado por el rey Llane de Azeroth (Dominic Cooper), el comandante Anduin Lothar (Travis Fimmel) y el hechicero Medivh (Ben Foster), y la inesperada incorporación de la mitad orco mitad humana Garona (Paula Patton). Y por la parte de los Orcos, el jefe del clan Durotan (Toby Kebbell) y el brujo Gul'dan (Daniel Wu).
Warcraft es una producción muy ambiciosa, con una trama compleja e interesante, que el director Duncan Jones expone las ideas de sus personajes en el conflicto territorial entre humanos y orcos, al mismo tiempo que introducen al resto de la audiencia en un universo de ideologías opuestas, pero completamente válidas. Dos bandos, pero ninguno es el villano. Actores que conocen y expresan el conflicto inicial del juego, un universo épico, y todo el presupuesto del mundo para crear Warcraft, si de todo esto se logra sacar provecho, quizá veremos en un futuro las adaptaciones de videojuegos como lo que ahora son las adaptaciones de cómics.
3/5
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